El Libro de los Cuentos Perdidos II by Tolkien J.R.R

El Libro de los Cuentos Perdidos II by Tolkien J.R.R

Author:Tolkien, J.R.R [Tolkien, J.R.R]
Format: epub
Tags: General Interest
Published: 2010-01-04T14:25:00+00:00


Entonces todos se detuvieron y miraron hacia atrás, hacia donde ella miraba, y el corazón se les paralizó; porque ahora se daban cuenta de por qué el ataque del enemigo había sido tan débil y comprendían el motivo de su salvación. He aquí que un dragón se había enroscado en la misma escalinata del palacio, profanando su blancura; y un enjambre de Orcos se entregaba al saqueo en su interior, y de allí sacaban arrastrando a las mujeres y a los niños que habían quedado atrás o daban muerte a los hombres que luchaban solos. Glingol se había marchitado hasta las raíces y Bansil estaba totalmente ennegrecido, y la torre del rey estaba sitiada. En lo alto alcanzaban a divisar la silueta del rey, pero en la base una serpiente de hierro que arrojaba llamaradas agitaba y fustigaba la cola, rodeada de Balrogs; y los de la casa del rey sufrían horribles tormentos, y gritos de terror llegaban a los oídos de los que observaban. Al enemigo sólo le preocupaba el saqueo de las estancias de Turgon y la valerosa resistencia de la casa real, y así Tuor había podido llegar hasta allí con el grupo, pero ahora el llanto lo dominaba en el Lugar de los Dioses. »Entonces dijo Idril: -Desgraciada de mí, porque mi padre se enfrenta a su perdición en la más alta de sus torres; pero siete veces más desgraciada porque mi señor ha caído ante el embate de Melko y jamás regresará a su hogar -porque los sufrimientos de esa noche la enloquecían. »Entonces dijo Tuor: -¡Idril, mira!, soy yo, y estoy vivo; y ahora traeré aquí a tu padre, aunque sea desde el mismo Infierno de Melko. – Y, con esas palabras, se dispuso a descender solo la colina, enloquecido ante el dolor de su esposa; pero ella, recuperando la cordura, se abrazó a sus rodillas en un frenesí de llanto, diciendo:- ¡Señor mío! ¡Señor mío! – y trató de retenerlo. Pero mientras hablaban se escuchó un estruendo y un grito se escapó desde el funesto lugar. La torre quedó envuelta en una llamarada y se derrumbó con un estallido, porque los dragones habían aplastado la base y a todos los que allí estaban. El estruendo de la terrible caída fue espantoso y así pereció Turgon, el rey de los Gondothlim, y entonces la victoria quedó en manos de Melko. »Entonces dijo Idril con tono grave: -¡Qué triste es la ceguera de los sabios! – Pero Tuor dijo:- Triste es también la obstinación de los que amamos, pero fue un error valeroso -y se agachó para alzarla y la besó, porque ella era más valiosa para él que todos los Gondothlim; e Idril se echó a llorar inconsolablemente por su padre. »Entonces Tuor se volvió hacia los capitanes y les dijo: -¡Escuchad!, debemos marcharnos a toda prisa para que no nos rodeen. – Y de inmediato comenzaron a avanzar lo más rápidamente que podían y lograron llegar muy lejos de allí antes de que los Orcos se cansaran de saquear el palacio y de celebrar la caída de la torre de Turgon.



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